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BAND_Expo_Poete_au_jardin

Les poètes et les genres - en castellano

« Nous t’estimons une Déesse,
Chere Grenouille, qui sans cesse
Au fonds des ruisselets herbeus
Te desalteres quand tu veus »
Pierre de Ronsard, La Grenouille, à Rémy Belleau

Las grandes corrientes literarias penetran en la aparente serenidad del jardín para sugerir, como en los laberintos, una declaración moral ilustrada por peligrosos embrujos. Ariosto (1474- 1533), por ejemplo, nos muestra a los amantes de la maga Alcine transformados en árboles por sus hechizos (Orlando furioso, Canto VI).
El material poético se extiende mucho más allá de los límites de los géneros, mientras que el jardín impone un clima poético a obras que no son formalmente poéticas, como el influyente Songe de Poliphile, impreso en Venecia en 1499, cuyos pabellones de verdor cobijan figuras y enigmas. Y fue gracias a una intensa memoria poética que Miguel de Cervantes (1547-1616), en su novela Persiles y Sigismunda, regeneró el mundo imaginario de los jardines.
En el principio, Dios creó el mundo como un jardín, tanto en lo infinitamente grande como en lo infinitamente pequeño. En el círculo de la Pléiade, Pierre de Ronsard (1524-1585) y Rémy Belleau (1528-1577) se correspondían y competían en énfasis, uno en honor de la rana, el otro en gloria del caracol. El efecto lupa sobre estos pequeños habitantes familiares contrasta con los grandes vuelos de la fantasía, del mismo modo que el arte del jardinero transfigura la naturaleza y replantea el universo.
En nuevas formas líricas y dramáticas como la pastoral, muy apreciada por las cortes italianas a finales del siglo XVI en obras como Aminta de Tasso y Pastor Fido de Guarini, las convenciones de un entorno supuestamente salvaje reinventan los placeres y las sorpresas del jardín.