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BAND_Expo_Poete_au_jardin

Aux origines : sources mythologiques et bibliques - en castellano

En el contexto de la mitología, los antiguos dioses, en sus manifestaciones más sorprendentes, recurrían a menudo al jardín, haciendo de este espacio, poblado a su vez por divinidades, un perímetro eminentemente sagrado. Las Metamorfosis de Ovidio contienen numerosos relatos al respecto, como el de Vertumne, dios de los jardines y huertos, capaz de realizar sobre sí mismo sorprendentes transformaciones, como la que, bajo la apariencia de una anciana, le permitió acercarse a la ninfa Pomona, la casta diosa de la fruta firmemente apegada a su jardín. Los artistas aprovecharon este universo, tan familiar al clima cultural del Renacimiento que inventaron suntuosos jardines donde, como en el caso de la novela del Amor y la Bella Psique, convertida en tapices para el rey Francisco I, las fuentes antiguas no decían nada al respecto.

A lo largo de la narrativa, las fuentes bíblicas mencionan numerosos jardines, como aquel en el que Susana tomando su baño es observada por dos ancianos en el libro de Daniel. Pero tres jardines ocupan un lugar fundamental. En el libro del Génesis, antes de la Caída, había un jardín: el Edén, cuyo recuerdo no ha desaparecido. Paraíso, en persa y luego en griego, designa un parque, un jardín, cerrado por definición, para guardar animales salvajes. Y la palabra jardín, de origen germánico, se basa en la misma raíz que el verbo "guardar".


El segundo de los grandes jardines de la Biblia, también hortus conclusus, es el del Cantar de los Cantares, símbolo del amor y modelo del encuentro con Dios. En los primeros comentarios, este lugar místico se transforma en metáfora del alma. El tercero de los grandes jardines bíblicos, el Monte de los Olivos, es el escenario del relato de la Pasión y la Redención. En la Resurrección, María Magdalena descubre la tumba vacía y Cristo, a quien confunde con el jardinero, se le revela. En la Pequeña Pasión sobre madera de Alberto Durero, esta irrupción íntima de la vida eterna incitó a los artistas a poner en práctica soluciones visuales apropiadas: el énfasis en los accesorios que señalan al jardinero divino y el juego de luces sobre ciertos atisbos que prolongan la narración; el brillo, el color y la exaltación de ciertos detalles de la narración en el arte del esmalte.