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BAND_Exposition_Au_gre_du_visiteur_chateau_Pau_2022

Au gré du visiteur

Instantanés d’amateurs, château de Pau, vers 1910 – vers 1960

El castillo de Pau, convertido en museo nacional entre 1921 y 1927, vivió décadas de gran afluencia de público a lo largo del siglo XX. En 1960, llegó a vender más de 203 000 entradas, lo que pone de manifiesto su notoriedad y su inclusión en los grandes itinerarios turísticos. Desde finales del siglo XIX, otro aspecto que jugó a su favor fue el desarrollo de la edición fotográfica, y en particular el abundante repertorio de tarjetas postales. En el ámbito privado, la fotografía aficionada fue alcanzando estratos cada vez más amplios de la población. El flujo de imágenes vinculadas a lugares de interés histórico, arquitectónico o natural se multiplicó a partir de la década de 1920. Se estaba constituyendo un nuevo tipo de patrimonio en el seno de las familias, pero habría que esperar hasta principios del siglo XXI para que atrajera el interés de los investigadores y los museos.

La exposición ofrece un recorrido por la gran aventura fotográfica de los visitantes «corrientes», centrándose en una selección de dieciséis imágenes de entre 1910 y 1960, provenientes de una única colección privada. Se ha privilegiado la presencia humana (a menudo, personas próximas al fotógrafo), pero centrándose en el carácter fugaz u oculto de algunos rostros y personajes, lo cual dota de mayor dinamismo y misterio a los protagonistas, acercándolos así a lo que pretende ser una representación general de los visitantes del castillo.

Salvo por una notable excepción (una vista oeste con la inscripción: Pau Nov. 1921), las instantáneas no están fechadas. Para cada una de ellas, se propone una aproximación cronológica basada en hitos arquitectónicos o paisajísticos, pero también en otros criterios más complejos, como la tipología de la ropa. Frente a la entrada del castillo, del lado de la ciudad, tanto el coche aparcado como los trajes especialmente cuidados apuntan a la segunda mitad de los años 1920. La joven sentada en el bolardo que marca la antigua entrada de vehículos, bajo el pórtico del patio de honor, ilustra con gracia las nuevas pautas de moda y complementos surgidas en los años 1950.

La variedad de técnicas es muy limitada y, sin duda, está ligeramente distorsionada por la evidente presencia de algunas reimpresiones. A los procedimientos más antiguos, todavía vigentes a principios de siglo (papel a la albúmina), les sucede el revelado argéntico con gelatinobromuro, al que corresponde una profusión de pequeñas fotografías. Los efectos de presentación se inspiran en ocasiones de la tradición: por ejemplo, en la imitación del trazo cuadrado del grabado sobre papeles crema o «gamuza», como en el caso de la joven citada anteriormente, en torno a 1953. Otras prácticas parecen mucho más extendidas, como los bordes dentados, utilizados durante mucho tiempo y que dan a algunos formatos muy pequeños un aspecto de «sellos de correos». Los papeles lucen marcas tan habituales como Gevaert Ridax, Guilleminot-Dinox o Velox, muy utilizadas entre los años 1930 y 1960. Muchos de los revelados se realizaron probablemente en el taller Tartanac, ubicado en Lectoure desde los primeros años del siglo XX.

Estas instantáneas de aficionado, aun cuando están marcadas por las limitaciones técnicas del ejercicio o por los errores del fotógrafo, dan testimonio de una estética espontánea que muestra por momentos un gusto y una capacidad de invención admirables. Siguiendo la tradición de los acuarelistas y los primeros fotógrafos, la vista oeste es particularmente apreciada, aunque esta vez se acerca al monumento, permitiendo así admirar sus bellas perspectivas, subrayadas por la deambulación o la parada momentánea de personajes tranquilos y relajados. El pórtico y la parte este han conservado toda su solemnidad por el lado de la ciudad e invitan a posar ante la cámara. Para observar una vida más animada o aparentemente más espontánea, hay que dirigirse a los espacios que preceden o siguen inmediatamente a la visita, como el patio de honor o la terraza sur, donde sorprendemos a un pequeño grupo de amigos o familiares encantados de pasear y descubrir. Todas las miradas se dirigen al castillo, e incluso en los alrededores, donde destacan varios elementos pintorescos, todo gira en torno a la antigua residencia de Enrique IV.

Estos recuerdos fotográficos, ampliados y presentados en paneles de 80 x 80 cm, sugieren excursiones festivas o memorables, revelan una búsqueda genuina de elegancia vestimentaria y permiten adivinar felices momentos en compañía. En definitiva, despiertan una discreta emoción y reviven el fuerte vínculo que siempre ha unido al castillo con su público.

La exposición Au gré du visiteur (Tras las huellas del visitante) está organizada por el Museo Nacional y Dominio del Castillo de Pau, los servicios de Conservación y Misión de Investigación, Administración de Obras y Jardines, con la participación de los servicios de Público, Comunicación y Mecenazgo, y la Secretaría General.

Castillo de Pau, Basse-Plante, 15 de octubre de 2022 – 4 de junio de 2023