Aller au contenu principal
BAND_Expo_Poete_au_jardin

De la Renaissance au souffle baroque Marguerite d'Angoulême - en castellano

« Du papier pris et ma plume ai dressée,
Et en l’allée, auprès de ma fenêtre,
Me promenai pour plus à mon aise être.
Puis je m’assis et me pris à penser
Par quel endroit je pourrais commencer ».
Marguerite d’Angoulême, Epitre à Madame la Princesse, Mont-de-Marsan ou Pau, 1549

Hermana de Francisco I y reina de Navarra por su matrimonio con Enrique de Albret en 1527, Margarita de Angulema (1492-1549) desempeñó un papel clave en la historia de las letras y del pensamiento durante el Renacimiento. En sus propiedades de los Pirineos y Gascuña, contribuyó en particular al embellecimiento del castillo de Pau, en el transcurso de grandes campañas de construcción en la década de 1530, así como al desarrollo de los vastos jardines que rodean esta residencia, hoy dignos de su rango real.
Las preocupaciones espirituales dominan su interpretación del jardín: "jardín, bosque, río o casa" contribuyen a la práctica de la oración, mientras que un rosal simbólico está adornado con cinco rosas que representan, según la tradición, las cinco llagas de Cristo en la Cruz. En La Navire, en 1547, su mirada se dirige al paraíso prometido a su hermano Francisco I, recientemente fallecido:


"Et plus heureux qui au lieu célestiel
Premier volas, en ce plaisant jardin
Où il y’a plaisir surnaturel."    

La prosa del Heptamerón, publicado póstumamente en 1559, refleja un enfoque diferente del jardín, en el que estalla el brío de la narradora, revelando la influencia de sus modelos (Boccaccio en primer lugar), pero también las costumbres de la época. El jardín actúa a menudo como refugio o escondite, a salvo de miradas indiscretas y calumnias. También es escenario de escenas cómicas que lo convierten en un verdadero teatro de la naturaleza humana.
Del placer del jardín a la contemplación de la naturaleza, sólo hay un paso de la terraza o el bosquecillo al parque. En este registro, con sus perspectivas más sueltas, el jardín se convierte en un lugar de interrogación y reflexión, pero también de una sociabilidad escogida, "d’un échange fécond qui n’est pas sans rappeler la rencontre du poète avec sa Muse" (Isabelle Garnier-Vignes).